miércoles, 11 de mayo de 2016

El Golem

El Golem
Esta historia me la contó mi abuelo, que era médico y le gustaba jugar ajedrez. Me dijo que explica el origen de la palabra Mate, al respecto de Jaque Mate. Todos sabemos que jaque significa rey en árabe, y que jaque mate significa rey muerto… pero ¿Por qué, abuelo?, le dije un día. Esto es lo que me contó:

Hace muchos años, a la vera del bosque, no lejos del río, había una aldea. En las afueras, alejado de todos y en una casucha derruida, vivía un viejo brujo judío. En años de juventud fue consultado por todos y tomado por sabio pero con los años la vejez lo fue dejando solo: ya nadie venía por su servicio.

Hablo de tiempos lejanos, cuando no había agua corriente, ni negocios dónde comprar lo que es necesario para vivir. El agua había que acarrearla desde las orillas del río; la leña para la cocina había que ir a cortarla al bosque, y nuestro pobre brujo cada día tenía menos fuerzas y ánimos. Una tarde, como si despertara, se golpeó el muslo y dijo para sí:

Pero, qué tonto, para qué reniego con el agua, con los troncos pesados… si soy un brujo, ¿por qué no hago un gualicho?

Y rápido, tan rápido como pudo con sus piernas cansadas, se fue para la choza. Rebuscó entre los estantes llenos de bártulos y porquerías y de entre toda esa mugre sacó un libro. Le sacó las cucarachas que poco a poco se lo comerían y pasó las hojas amarillas en busca de su gran embrujo. El G o l e m, leyó despacio, con el dedo de guía bajo cada renglón:

Esperar a que sea noche de luna llena… Esperó.
En la vera del río, con arena o barro hay que armar un muñeco de forma humana… la formó.
Justo cuando la Luna trepe a lo alto del cielo, hay que escribir en su frente la palabra vida…
y, dijo mi abuelo, En judío, vida se escribe EMET.
En el momento en que el anciano hubo escrito con su dedo en la frente de arena esa palabra mágica el muñeco abrió los ojos. ¡Estaba vivo!

Como era un engendro, no habló nunca, pero obedecía cada orden que el brujo le daba:

Ve a buscar agua… decía el viejo, y allá iba el Golem con dos cubos de madera;
Ve a buscar leña… y allá iba el golem y se traía un árbol entero, arrancado del suelo.
Más allá de su mudez todo parecía perfecto; pero pronto el viejo comprendió que algo extraño sucedía.
Al principio el Golem, aunque no dormía, por las noches se tendía en el suelo junto al viejo. Pero a los pocos días la alfombra le quedaba chica y a la semana había crecido tanto que ya no pasaba por la puerta y debía quedarse afuera, sentado bajo las estrellas.

El Golem crecía y crecía y al viejo esto no le afectaba, pero la gente del pueblo, que en un principio vio al muñeco como a una rareza, ahora lo creía un monstruo y le temía. Los vecinos confabulaban en las esquinas, hablaban a escondidas y murmuraban cosas tremendas contra el brujo y su extraño sirviente. El viejo comprendió que esas gentes estaban a un paso de obrar contra ellos, y temió por su vida. Decidió destruir la creatura. Buscó el libro, leyó:

¡Para destruir al Golem hay que escribir en su frente la palabra Muerte!
Vaya! El viejo brujo no le llegaba ni al pecho, al Golem, tanto había crecido ya.
Pensativo, dio con la solución.
Esperó una noche de luna. Lo llevó a la orilla del rio aquél. Le dijo, Golem, acuéstate. El Golem se acostó. El viejo se acercó a la cabeza. Extendió el brazo y con el borde de la palma borró de su frente la letra E. Quedó escrito MET, que significa MUERTE.
El Golem se deshizo, solo quedó un montón de arena húmeda.

Esta historia me contó mi abuelo. En judío antiguo emet significa vida y met significa muerte. Con los años, la palabra met se transformó en mate pero su significado sigue siendo el mismo: MUERTE.


Dicen que hay quién, cada tanto, intenta crear un nuevo Golem. Yo no me animo.